En el antiguo Egipto los dueños se afeitaban las cejas en señal de luto




En el antiguo Egipto, los gatos eran animales sagrados y protegidos, la pena por matar a un gato era la muerte. Cuando un gato enfermaba recibía tantos cuidados y atenciones como los que se daban a los niños, y si a pesar de ello moría, toda la familia se vestía de luto hasta el punto de que en algunos casos se afeitaban incluso las cejas en señal de duelo.

Posteriormente el dueño del felino envolvía el cadáver en un paño de lino, llevándolo a "La Casa de la Purificación" para que fuese momificado. Tras lo anterior, las familias ricas colocaban sobre la cabeza de la momia una máscara de bronce, (representando al animal fallecido), y lo introducían en un ataúd o sarcófago que podía estar confeccionado con materiales que iban desde la palma o el papiro hasta la piedra caliza.

Por último lo conducían al cementerio seguido por un largo cortejo de parientes y amigos de la familia, quienes manifestando su profunda tristeza lloraban desconsoladamente al tiempo que con un gesto desesperado desgarraban sus vestiduras.



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