Félicette, la gata astronauta



Los estadounidenses eligieron simios para sus primeros vuelos espaciales. Los soviéticos y chinos se inclinaron por los perros. Los franceses fueron los primeros -y hasta ahora únicos- en enviar a un gato. Y aunque pocos se acuerdan de ella o quizá nunca la habían escuchado nombrar, en 1963 Félicette se convirtió en la primera gata en el espacio.

Félicette, fue la primera felina que viajo al espacio el 18 de octubre del 1963, en sustitución de Felix, un gato callejero que fue entrenado para la travesía y huyó a ultima hora. 

Despegó en una cápsula especial en la parte superior del cohete francés Véronique AG1, desde la base espacial Colomb Bacar en Hammaguir en el desierto del Sahara argelino.

Ella no entró en órbita, pero fue un vuelo que duró en total menos de 15 minutos. Viajó unos 100 kilómetros en el espacio, donde la cápsula se separó del cohete y descendió en paracaídas. A lo largo de los electrodos de vuelo implantados en su cerebro, Félicette transmitió los impulsos neurológicos a la Tierra. El centro francés d'Enseignement et de Recherches de Médecine Aeronáutica (CERMA), que dirige estos vuelos, declaró más tarde que la gatita había hecho una valiosa contribución a la investigación. La prensa británica de la época la llamaba la 'Astrocat'. El gobierno francés honra a esta minina heroína con un sello postal en 1992 y 1997. 



La rata Héctor


Los primeros viajes, fueron de ratas.

Corrían los años 60 y la Guerra Fría estaba en su apogeo. La Francia del general de Gaulle se resistía a dejar de ser una potencia mundial, y nada mejor que un programa espacial para mantener la grandeza de la nación. 

En 1949 los franceses comenzaron a construir un polígono de pruebas para cohetes y misiles en Hammaguir, justo en medio del desierto argelino. El complejo sería conocido como CIEES (Centre Interarmées d'Essais d'Engins Spéciaux) y pronto comenzaron a lanzarse desde allí todo tipo de vehículos. Los más conocidos serían la familia de cohetes Véronique (VERnon électrONIQUE), creados para estudiar la alta atmósfera y perfeccionar los sistemas de guiado y navegación de los futuros misiles franceses. Varias versiones científicas de cohetes sonda Véronique fueron lanzadas desde Hammaguir a partir del 19 de octubre de 1954.

El 22 de febrero de 1961 se lanzó el cohete Véronique AGI24 con la rata Hector, la cual alcanzó alcanzó una altura de 111 kilómetros, superando así la subjetiva frontera del espacio (cien kilómetros) y convirtiéndose de paso en el primer 'ciudadano' espacial francés. Para estudiar sus reacciones durante el vuelo, Hector llevaba implantado un aparatoso electrodo en su cráneo, una técnica desarrollada por el doctor Gerard Chatelier. El contenedor donde estaba alojado la pequeña rata, se separó del cohete y descendió por su cuenta en paracaídas. En principio la rata no había sido bautizada con ningún nombre. Fue la prensa francesa, entusiasmada por el éxito de la misión, quien decidió apodarla Hector. Esta heroína moriría seis meses después de su vuelo, al ser sacrificada por los investigadores con el propósito de estudiar en detalle su organismo.

Posteriormente se mandaron otras dos ratas, Castor y Pollox. La primera regresó sana y salva, aunque murió poco después de su regreso por culpa de las altas temperaturas del desierto argelino. Pollux no corrió con mejor suerte, el cohete Véronique AGI36 volvió a desviarse de su rumbo y su pequeño ocupante murió poco después, no sin antes alcanzar los 110 kilómetros de altura. Su cuerpo nunca fue recuperado.





Comienza la selección de gatos

Después de mandar tres ratas al espacio, el gobierno francés decidió que ya era hora de enviar un animal más 'digno' y pronto comenzaron los preparativos para enviar gatos al espacio. 

La elección de gatos era bastante extraña ya que estos no presentaban las similitudes fisiológicas con los humanos que tienen los simios y -comparados con los perros- no son muy buenos que digamos a la hora de acatar órdenes. Nadie entendía muy bien por qué Francia decidió mandar gatos al espacio, pero el caso es que se seleccionaron 14 felinos como candidatos. 

Estos animalitos fueron sometidos a todo tipo de pruebas (ruidos, vibraciones, cámaras de vacío, centrífugas, etc.) para valorar su predisposición al vuelo espacial. Después de innumerables pruebas, los elegidos para la gloria serían Félix y Félicette. Según cuenta la leyenda, Félix que fue recogido de las calles de París por el dueño de una tienda de animales antes de ser adquirido por el gobierno francés. Otros dos gatos pasarían las pruebas, mientras que los diez restantes serían despedidos del incipiente cuerpo de astronautas felinos por sobrepeso.

Antes de su vuelo, los dos gatos fueron sometidos a una operación de diez horas para implantarles los electrodos craneales correspondientes. En un principio Félix sería el elegido para la misión, pero inexplicablemente escapó antes del vuelo. A raíz de su fuga Félicette fue ascendida de 'suplente' a 'tripulación principal'. La gata despegó desde Hammaguir el 18 de octubre de 1963 a las 08:09 hora local mediante el cohete Véronique AGI47 y poco después alcanzó una altura récord de 156 kilómetros. La gata pudo disfrutar de cinco minutos de ingravidez en su pequeño contenedor. Ningún gato había llegado tan lejos. La cápsula aterrizó según lo previsto 13 minutos después del lanzamiento. Félicette estaba viva, aunque algo magullada.

Félicette se convirtió en toda una celebridad, pero su imagen con el aparatoso electrodo implantado en el cráneo removió más de una conciencia. 

El 24 de octubre de 1963 despegó otro gato desde Hammaguir en el cohete Véronique AGI50, pero moriría pocos minutos después por culpa de una explosión en el lanzador. Su nombre, si es que lo tuvo, nunca fue hecho público. Tras este fracaso, Francia suspendió los vuelos suborbitales de felinos, por lo que a día de hoy Félicette continúa siendo el único gato que ha superado los cien kilómetros de altura. 


"Para Félicette,
nuestra valiente astronauta 
felina"
- Ilustración de Ami Moore


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