Quaker, el perrito que va a la escuela



Quaker es un perro mestizo que un día llegó a la escuela Técnica 4-016 Ingeniero Antonio Arboi ubicada en la localidad de Junín Mendoza en Argentina. El perrito llegó siguiendo a un alumno y toda la comunidad estudiantil terminó adoptándolo.

Este peludo, aunque nunca hace exámenes, va todos los días a clases, incluso "con más puntualidad y conducta que algunos de los estudiantes”, bromean los profesores. 

En los recreos come alguna tortita del quiosco y cuando está aburrido se pone a recorrer los pasillos de la escuela, se echa al costado de algún grupo de estudiantes o corre detrás del palo que le lanza algún alumno. Quaker es la mascota del 6º 1ª de Electricidad, pero después de dos años de asistencia casi perfecta se ha vuelto la cara más conocida en toda la escuela Arboit.



“Es muy tranquilo y acá todos lo quieren; a veces se acuesta abajo del pizarrón y ahí se echa una siestita. Como mucho, el profesor tendrá que esquivarlo mientras da la clase pero nada más que eso”, cuenta Dante Venturini quien es el dueño de Quaker y que empezó a llevarlo a la escuela a comienzos de 2014, cuando se cansó de que lo siguiera hasta la puerta.

“Yo siempre tuve gatos y un día, hace poco más de dos años, el perro apareció por mi casa así, de la nada. Era un callejero que andaba sin dueño y que enseguida entró a mi casa como si lo conociera de toda la vida”, recuerda Dante. 

"Yo le di de comer y se quedó un día, dos y ya no se fue; nunca nos hizo un problema y mi familia enseguida se acostumbró" agregó.

Desde entonces, cada vez que Dante sale de casa, Quaker lo sigue a todos lados e incluso a veces se va con algún compañero de la escuela, pero siempre vuelve: “Tiene un GPS de Junín en la cabeza y no hay manera de que se pierda”, dice Gonzalo Jofré, también alumno de la Arboit.

Dante vive a unas cuantas cuadras de la escuela y de tanto andar detrás de su dueño, Quaker también empezó a acompañarlo hasta el colegio. Al principio desde lejos, como quien anda conociendo el terreno: “Era un problema porque cuando me daba cuenta de que me venía siguiendo tenía que volverme a dejarlo en la casa. Un día me cansé y entramos juntos a la escuela”.

Un perro parado en el patio de una escuela secundaria no es algo común; más extraño todavía es verlo pasearse por el establecimiento con la confianza del que conoce el lugar: “A veces, cuando quiero saber dónde está el 6º de Electricidad, busco al Quaker porque seguro que ellos andan cerca”, dice Amalia, la jefa de preceptores. “Es un perro que se porta bien y siempre les digo a los chicos que tienen que aprender del Quaker”, se ríe.

A la hora del ingreso, el perro se para junto a la fila de alumnos e incluso pareciera que muestra respeto durante el izamiento de la bandera. Luego va a los talleres con el grupo de electricistas, los acompaña al aula o al comedor e incluso a la Dirección, cuando ha faltado algún profesor y el grupo firma la salida anticipada de la escuela. 

“Obvio que al comienzo hubo un poco de resistencia, más que nada porque estaba el temor entre los profesores de que el perro fuera a morder a algún chico, pero eso fue sólo un tiempo”, dice Noelia Giménez, la directora de la Arboit, que llegó al cargo recién este 2015, cuando el perro ya era uno más entre los 900 y pico de alumnos que tiene la escuela. 

“Es un perro muy bueno y creo que el Quaker nos fue ganando en cariño a todos”, dice Luis Guerrero, uno de los profesores. 


Los del 6º Electricidad tienen su promoción de fin de clases, la “Dulce Macumba”como la llaman. Cada alumno tiene su playera de egresado y también a Quaker le hicieron la suya, pero apenas se la dejó puesta para la foto. “No hubo caso y se la sacó”, cuentan los chicos y dicen que tampoco le gustan los collares ni las correas: “Es un perro libre”, se ríen. 

Ahora que termina el año, en la Arboit saben que Quaker también se va a ir y que lo van a extrañar: cuando el 6º Electricidad finalmente egrese de la Técnica, el perro se irá con ellos. 


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