miércoles, 7 de octubre de 2020

Después de una larga odisea de cinco meses, familia logra reunirse con su perrita.




Pipsqueak, mejor conocida como 'Pip',  llegó a la familia de los Eilbeck en el año 2018, cuando en medio de un viaje planeado de cuatro años en yate, llegaban a Messina, Sicilia.  La pequeña se adaptó rápidamente a la vida sobre el mar, y disfrutaba pasando el tiempo en cubierta al lado de su familia.

Desde entonces, se convirtieron en un equipo y Pip era parte esencial de la convivencia en el yate, ya que era la alegría de todos.

Pero en marzo pasado, la pequeña salchicha quedó varada en Carolina del Norte, Estados Unidos, en medio de las medidas estrictas por la pandemia del Covid-19. Y debido a que las fronteras se cerraron rápidamente, Zoe y Guy Eilbeck, junto con sus hijos, tuvieron menos de 48 horas para empacar lo necesario, abandonar su viaje en velero alrededor del mundo y por seguridad, volar hacia su país natal, Australia.

La familia sacó sus pertenencias de su yate de 40 pies que se encontraba en Hilton Head Island, pero desgraciadamente no pudieron llevar a Pip.





Y es que debido a las estrictas reglas de importación de mascotas de Australia, su perrita no podía viajar con ellos de momento, así que tuvieron que esperar a que se solucionara la situación. 

En aquel momento, pensaron que no habría ningún problema, y que en poco tiempo podrían regresar por Pip y reunirse de nuevo. Así que Zoe realizó algunas llamadas para coordinar un hogar temporal para Pip. La familia encontró apoyo en Lynn Williams, amiga allegada que cuidaría a la perrita por el tiempo necesario. 

El 27 de marzo, Zoe alquiló un carro y condujo 8 horas hasta Carolina del Norte, donde le entregó a Pip a su amiga. Luego de dejarla en buenas manos, volvió con su familia y finalmente tomaron un vuelo de regreso a Sídney.

"Pip pasó de vivir en un velero a vivir en una granja de bisontes. Eso es algo que realmente me suena divertido", cuenta Zoe. 

Pero su amiga Lynn, no pensó bien antes de aceptar a la perrita con ella y al poco tiempo se dio cuenta de que no podría cuidarla por mucho, ya que también tenía otros perros. Entonces, decidió poner un anuncio para que alguien la reemplazara como cuidadora temporal de Pip, y le brindara todos los cuidados necesarios.

Ellen Steinberg, radicada en Hillsborough, Carolina del Norte, fue una de las tres personas que respondió al anuncio.

Ellen dijo: "El trato era que Pip decidiría con quién se iría a vivir. Nosotros (ella y su perro Frankly) ganamos el sorteo, y Pip vino unos días después". 




Como el anuncio no daba muchos detalles de la razón por la cual Pip había sido aparentemente abandonada, la mujer tenía una mala opinión acerca de su familia. Lo único que sabía era que una familia que vivía en un yate, abandonó a su perrita y tomó un vuelo de regreso a Australia.

Al conocer la verdadera historia, su pensamiento cambió y tuvo la oportunidad de hablar con los Eilbeck y saber detalles del incidente.

"Tan pronto como hablé con ellos, me di cuenta de que no podían ser más cariñosos. Simplemente tuve la impresión equivocada por no tener todos los detalles", contó Ellen.

Mientras ella cuidaba de Pip, Zoe agilizaba todos los papeleos para poder lograr la importación de su pequeña de Estados Unidos a Australia. A pesar de la distancia, en todo este tiempo Pip siempre se comunicaba con su familia a través de videollamadas y mensajes.

Desafortunadamente, después de tanto luchar, la familia se dio cuenta de que no sería posible volver por Pip debido a las restricciones del Covid-19. Así que la única solución era que la pequeña viajara sola hasta Australia.

Pero no era tan fácil, ya que era necesario obtener una declaración de los Estados Unidos que indicara que Pip estaba bien de salud. Esta diligencia se realiza en Nueva York, ciudad que se encontraba cerrada por la pandemia, así que fue algo muy difícil de lograr.

Además, Ellen tenía que llevar constantemente a Pip al veterinario para el papeleo, ya que las vacunas y los análisis de sangre tenían que cumplir los requisitos.

Cuando finalmente obtuvieron un permiso de importación para Australia, Qantas, la aerolínea insignia del país, dijo que no realizaba vuelos con animales. Al recibir la mala noticia, Zoe empezó a buscar nuevas soluciones, y después de varias llamadas, descubrió que podían importar a Pip si pasaba por Nueva Zelanda.

Para ello tenían que llevar a Pip hasta los Ángeles y reservar un vuelo con la compañía de transportes para mascotas llamada Jetpets, hasta Auckland.

El problema era el transporte hasta Los Angeles, ya que era muy difícil que alguien la llevara debido a las restricciones. Así que Zoe publicó un mensaje en las redes sociales, buscando a una persona que viajara desde la costa este a la oeste.


Fue entonces cuando apareció Melissa Young, una mujer que trabaja en una organización llamada The Sparky Foundation, y se ofreció como voluntaria. Melissa voló de Greensborough a Charlotte, Carolina del Norte, y luego de Charlotte a Los Ángeles con Pip debajo de su asiento.

Cuando llegaron, Pip fue entregada a Jetpets, quienes se encargaron de todos los papeleos y luego la pusieron en un vuelo rumbo a Auckland.

Mientras estuvo a bordo del avión con sus cuidadores temporales, su familia seguía su vuelo a través de Internet en una plataforma digital de la empresa.




"En todo el mundo se estaba viendo este vuelo a través de la pantalla", relataba Zoe.

Pip finalmente llegó a Auckland el pasado 23 de julio, pero entró en cuarentena por diez días; antes de empezar su viaje a Melbourne.

Cuando llegó a Melbourne, también tuvo que pasar otros diez días en cuarentena. Estaba programada para volar a Sídney el 3 de agosto, pero el vuelo fue cancelado debido a un bloqueo estricto en las fronteras del país. Por suerte, el hermano de Zoe que vive en Melbourne, se llevó a Pip por unos días. 

La emotiva historia ya era conocida por diferentes medios de comunicación y después de un informe de Sydney Morning Herald, Virgin Australia intervino y acordó llevar a Pip a casa.

Pip llegó al aeropuerto de Sídney el 11 de agosto, cinco meses después de haberse quedado varada en Carolina del Norte. La familia Eilbeck estaba en el aeropuerto para recibirla, junto con un equipo de filmación y varios reporteros locales que querían presenciar el evento.




Fue un encuentro bastante emotivo, tal y como pensaban las personas que iba a ser; después de tanto tiempo tenían mucho amor para expresarse.

"Nuestro mayor temor era que no nos recordara después de todo ese tiempo. Mis hijos estaban tan preocupados que tomaron un hotdog y se lo frotaron en las manos. Y luego, nuestra perrita llegaba caminando por el hangar, pavoneándose. Cuando escuchó nuestras voces, vino corriendo a nuestros brazos. Fue absolutamente increíble tenerla de vuelta después de todo ese tiempo", dijo Zoe.

Después de tanto tiempo separados y luego de tantos obstáculos vencidos, la familia Eilbeck tenía de nuevo a toda su tripulación completa.

Desde entonces, la familia se mudó a Scotland Island, una isla y un suburbio en las playas del norte de Sídney, con el fin de continuar su estilo de vida acuático junto a su amada Pip.





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